Hablar de más



En la sala todos estaban pendientes de las palabras del reo. Había cometido un crimen atroz.
—¿Por qué lo mató? —le preguntó el juez
El acusado le miró con gesto aburrido.
—Dijo un par de palabras de más —fue su escueta respuesta.
—¿Por eso le mató? ¿Por un par de palabras…?
—Fue algo más. Esas dos palabras cambiaron su destino y  ahora, el mío.
—Aclárelo,  por favor —le ordenó el juez. 
Necesitaba comprender  antes de condenarlo  a la silla eléctrica. Aunque la decisión la tenía tomada de antemano.
—«Yo no le maté»,  me dijo. Si se hubiera quedado ahí, asunto zanjado.  Sin embargo, decidió continuar y saltarse las reglas. «Yo no le maté,  pero colaboré.»

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