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Mostrando entradas de 2014

La cita.

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Angustia - Marila Tarabay      El día ha amanecido con un sol radiante que pone un poco de calor a la mañana invernal. Hoy es el día de mi cita.      “Debería llegar puntual o, tal vez, podría no acudir”, pienso mientras dejo pasar los minutos dando vueltas por la casa. No puedo desayunar, mi estómago se ha convertido en un montacargas que sube y baja al ritmo de los latidos del corazón . Estoy a un paso de una taquicardia.      Ya en el cuarto de baño, el espejo me devuelve una imagen pálida. Intento borrarla y  me arreglo despacio; me pinto con esmero. Con la barra de labios en la mano medito un momento si ponerme o no carmín. Sé que no me va a durar mucho, pero me siento más segura con él, así que lo aplico cuidadosamente.

Feliz Navidad a todos mis amigos.

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Nunca hay que perder la ilusión...     Casi siempre se despierta el primero  la mañana de Navidad y corre hasta el salón para ver que ha dejado Santa durante la noche. Él cree que se ha portado bien y está seguro de que este año le regalará la bicicleta que tanto le gusta. Se acerca al abeto cargado de adornos y guirnaldas multicolores con luces parpadeando entre sus ramas y echa un vistazo alrededor,  pero no ve su flamante BH ULTRALIGHT por ninguna parte. En su lugar ha encontrado un sobre con su nombre. Nervioso, lo abre pensando que será un vale para comprar la preciosidad que ha pedido. Del interior saca una tarjeta con el dibujo de un Papa Noel aterrizando en una bici. “¡Ya está aquí!”, se dice eufórico.       — ¡ Cachis, este año tampoco ha colado!   Observa, de nuevo,  la foto y suelta una carcajada —¡María, eres única!  Mi bici no aterriza más bien despega  —exclama.  S onriendo se dirige a la cocina.    Hoy toca  preparar el desayuno especial de Navida

Si la luna fuese una galleta...

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Un cuento con historia... Cuando mi hijo José María era pequeño, por motivos de horarios, debía dejarle en el cole en el servicio de desayuno. El pobre debía madrugar mucho. En aquel entonces yo no tenía coche y el trayecto hasta la escuela no era corto. Pero convertimos esos momentos en algo divertido porque me inventaba cuentos.  Algunos los he olvidado, otros los recuerdo  vagamente por ejemplo el de un cocodrilo vegetariano que se negaba a comerse los ñus que cruzaban el río donde él vivía. Este tema salió después de ver un documental.  Per o hubo uno que recuerdo  con cariño y que tuve que sacarme de la manga, cuando una mañana me preguntó por qué la luna  se acostaba tan tarde algunas veces (mi hijo tenía tres años en esa época)...El resultado de la explicación fue este cuento.

Mala suerte.

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Velero entre olas -Patricia Saavedra Sepúlveda      Desde la playa de un islote desierto, Yanis Carambolos oteaba el horizonte. Su barco había naufragado la noche anterior y maldecía sobre su mala suerte.      —¿Seré memo?¿Quién me mandaría salir a navegar con el temporal que vaticinaban los partes meteorológicos y además, sin tripulación. Todo por quedar bien con la rubia, ¡Dios la tenga en su seno y un tiburón en su vientre! —maldijo santiguándose tres veces.      La pasada noche el yate en el que viajaba junto a Romina Latri, una italiana con la que llevaba saliendo unos meses, fue literalmente devorado por las olas y ahora yacía en el fondo del océano junto a la joven.

Creación

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Noche estrellada - Vicent van Gogh Paisaje con nenúfares - Marisol García Rodríguez Una noche de verano mirando al cielo mientras esperaba ver aparecer  las perseidas, contemplé millones de estrellas que titilaban sobre la cúpula celeste. Estas acompañaban a una blanca y enorme luna, en uno de esos días en los que se acercaba  más a la tierra y que daba la sensación de que se podría llegar a tocarla con solo levantar las manos. Me pregunté qué portento habría erigido tales maravillas. Supuse que debía haber sido alguien colosal, con unas enormes manos capaces de moldear todo aquel ingente universo. Una mañana de paseo por el campo, me senté a la orilla de un precioso lago. Los nenúfares se deslizaban al compás de una suave brisa. Las verdes plantas que circundaban el agua se movían a un ritmo muy lento y los insectos que poblaban aquel pequeño universo vivían inmunes al amparo de un mundo que no sabía de subidas o bajadas de Mercados o de primas de riesgo. Intenté imagi

El exterminio

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Bilbao - Felix Bonales     El escáner de signos vitales no detecta a nadie. Aunque quizás existan más como yo escondidos en el silencio de este mundo, pero lo dudo.     Aquí estoy. Soy el último superviviente de una raza que finalmente ha alcanzado el objetivo perseguido durante toda su existencia: el exterminio total de su especie y de todas las que le rodean. Siempre he sabido que los humanos somos egoístas y no íbamos a permitir que pereceríamos solos, sin llevarnos a todo lo que respira por delante. Claro que se olvidaron de uno, de mí.     ¡Gracias congéneres! Ni siquiera los avances de la ciencia conseguirán que yo solo repueble el mundo y vuelva a resurgir el más destructivo de todos los seres. Debería estar agradecido por ello, no merecemos ni el tiempo que estuvimos sobre el planeta.

Una nueva imagen

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El espejo roto - obra de Lilian Reisenweber Salió de la ducha. El ambiente caldeado y cargado de humedad apenas dejaba ver nada. El cuarto de baño se asemejaba a una sauna. Se acercó al espejo y lo limpió con la toalla. Cuando se contempló dio un paso atrás asombrada. No era ella la persona que veía en el reflejo del cristal. —No debí realizarme la última operación —le dijo a la desconocida que la miraba desde el otro lado.

La portera

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Niña bajo la luz del sol - María Simonovich Concepción Pérez Rodríguez era natural de un pequeño pueblo de Toledo llamado Cebolla. Hija de agricultores con escasos recursos  tuvo que emigrar muy joven.  Así que con quince años marchó a Madrid y se colocó en casa de los Marqueses de Sotomayor, gracias a que la cocinera y ella  eran del mismo pueblo y la recomendó a los señores.  Allí aprendió el oficio  de criada y, además, la triste lección que  le supuso su primer y único desengaño amoroso de la mano del hijo del carbonero con el que mantuvo un noviazgo. Fue el joven quien le puso fin al mismo cuando le echó el ojo a la sirvienta de los condes de Vinuesa, sin duda mejor partido. Espabilada como era y para olvidar al muchacho que le partió el corazón, decidió cambiar de aires y  después de un tiempo, encontró  un nuevo empleo en una portería de la calle Serrano con derecho a vivienda. Con veinte años y toda una vida por delante se despidió en casa de los marqueses y se trasl

La mujer de la curva- Segunda parte.

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NOTA DE LA AUTORA : No tenía intención de escribir una segunda parte del  relato de la mujer de la curva, pero al parecer un lector se ha quedado con las ganas de un final más cerrado. Así que dicho y hecho...  Dedicada a un amigo:  Felipe Verges-Gatti, por su comentario de la primera parte... Fuego - pintura de artista argentino Sebastián Dufour. Nacimiento de una leyenda urbana. Corrió como una loca hacia el lugar de la explosión. Al salir de la curva  se encontró con el coche ardiendo y el muchacho aún retorciéndose entre los restos. Estaba vivo.  Intentó acercarse pero no pudo, el fuego se lo impedía.  El humo lo envolvía todo como una espesa niebla con olor a carne quemada y a ella le costaba respirar.  El joven  clavó sus ojos en la mujer por última vez. Algo en aquella mirada la aterrorizó.   Comenzó a llorar por la frustración y el dolor. Se dio cuenta de que su estúpida broma había provocado el accidente.

La mujer de la curva.

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La Ciega - obra de Cesar G. - Pola Estaba sentada en una roca al lado de la carretera mientras esperaba a que mi esposo apareciera.  Una hora antes, una grúa se había llevado el coche a un taller. Pinchamos una rueda y al ir a cambiarla descubrimos que la de repuesto también estaba sin aire. Cada vez que el coche  tenía algún problema o se quedaba sin gasolina, la culpa era mía. En el fondo es posible que fuera cierto, pero en aquel momento no quise reconocerlo. Si debía ocuparme del trabajo, las niñas,  la casa no podía hacerlo también del mantenimiento del vehículo. Una es humana y tiene limitaciones. ¡¿Qué se había pensado?!

Gabo

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Homenaje a Gabriel Gcia Marquez pintado por José Tobías Hinojosa Hace unos meses  me he quedado huérfana de escritor. Al igual que el coronel ya no tiene quien le escriba , yo ya no sé como se cuenta un cuento .   Nunca pude imaginar que tan insigne personaje, al que un día le atacó  la bendita manía de contar , pudiera marcharse sin más. Me quedé compuesta y sin escritor, esperando la crónica de una muerte anunciada que nunca se anunció,  y que a mí me cogió por sorpresa porque siempre pensé que Gabo sería inmortal. Me fui a pasear. En el silencio del parque solo se oía  mis pisadas sobre   la hojarasca. Aquel día reflexioné    sobre en qué mala hora la gente buena se va.  Ahora, como el náufrago que escribe su relato , sé que me esperan más de cien años de soledad , en los que le echaré de menos: a él y a sus crónicas y reportajes.  ¿Por qué no fuiste el negro que hizo esperar a los ángeles y nos dejaste solos? En estos momentos, en los que

La historia se repite

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Raíces - Una pintura de Frida Kahlo María José,  una veinteañera muy segura de sí misma, por primera vez en su vida se sintió sola. Siempre protegida por su familia, dudaba sobre el futuro que se abría ante ella. Un futuro que trastocaría su vida, posiblemente, para siempre. Intentó no pensar en ello  para disipar los miedos que la embargaban, pero después de un rato de intranquilidad, se decidió hablar con las dos únicas personas que podían ayudarla a superar las dudas. Sacó el teléfono del bolso y buscó en el menú un contacto en el que se leía ABUELA y pulsó la tecla de llamada. Recordó que era una mujer muy inteligente y que, a pesar de la distancia y de que jamás se habían conocido en persona, siempre había estado presente en su vida. Unas veces, las más, a través de llamadas de teléfono y, desde que tuvieron internet, por medio de la webcam.

La institutriz

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werrington Park - J. Owen. Mary bajó del carruaje. El cochero, después de depositar la maleta a su lado, subió al pescante y azuzó a los caballos, desapareciendo por el mismo sitio por el que había venido. Nadie había salido a recibirla y permaneció de pie a la entrada sin saber muy bien qué hacer. Indecisa, contempló el que sería su hogar durante los siguientes meses: Ashley Hall, la mansión de Sir James Rufford.  Con admiración  echó una ojeada a todo lo que alcanzaba la vista. Se fijó en los bien cuidados jardines, a los que se podía acceder por paseos limpios de malas hierbas,  franqueados por setos muy bien podados y árboles que cobijaban del sol. Había bancos de piedra situados de trecho en trecho.  Un lugar muy apetecible  en los que descansar después de un paseo o para disfrutar de un buen libro a la sombra de aquellas enormes frondas.  Más allá, un bosque cubría todo el horizonte cerrando la propiedad a miradas indiscretas.  

Lágrimas en noches de luna llena.

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Obra del pintor Horace Pippin. Se acercó a la ventana abierta. La luna llena casi ocupaba todo el hueco y solo alguna estrella tenía cabida dentro del marco. La miró intentando no imaginar lo que la ciencia y el viaje espacial del Apolo XI le habían enseñado acerca de ella. Eso no era lo que un poeta necesitaba saber sobre el satélite. Sin embargo esa noche no conseguía sustraerse a los conocimientos y su imaginación chocaba una y otra contra el muro de la realidad.

Verdad oculta.

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Capilla Sixtina - Miguel Angel.    Nunca tuve claro desde cuando poseía aquel don, aunque sí recuerdo la primera vez que lo sentí. Fue en las Navidades de mi tercer año de vida. Mi madre me había llevado a Domino’s, el Centro Comercial,  para entregar mi carta a Santa Claus. Cuando me tocó el turno y me senté en su regazo, supe sin que nadie me lo dijera que a Santa no le gustaban los niños de la misma manera que a mi padre u otro adulto. Aún perdura aquella  sensación desagradable y  a partir de entonces procuré evitar encontrarme cerca de ellos.     Unos años más tarde descubrí la facultad con la que la naturaleza me había dotado: Podía leer la mente de las personas y separar las mentiras de las verdades y, para conseguirlo no necesitaba ningún tipo de estrambótico ritual. Sucedía cuando cogía  las dos manos de cualquiera a la que deseara sonsacar.    Nunca hablé de esta circunstancia con nadie, ni siquiera con mis padres. Al principio, siendo un niño, porque pensé qu

Desmontando la historia: Los Reyes Católicos.

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Lo que pudo haber ocurrido pero nunca ocurrió.... Paisajes de Granada: El Partal 3 - Péter Bojthe En la hermosa ciudad de Granada, después de que el pobre Boabdil el Chico se marchara hecho un mar de lágrimas por la bronca de su madre, se instalaron los Reyes Católicos. Habían trasladado toda la corte al palacio de la Alhambra para pasar el verano. Isabel pensó que al menos allí tenían una bonita alberca donde remojarse los pies. Aquella aciaga mañana, en una de las hermosas estancias que componían el palacio, se encontraban los reyes. Aposentados en sus tronos discutían sobre la última aventura de su católica majestad. Al parecer no había tenido bastante con dejar a medio reino sin habitantes,echando a judíos y árabes sin contemplaciones, sino que además, había empeñado hasta la última moneda de Castilla en otra empresa, que según dijo la haría saltar a la fama y destacar sobre las demás reinas del continente. Aunque no lo pareciera a Isabel le gustaba sobresalir. Per

La casa de Darwin

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Ventana verde - obra de Pepa Santamaría    Dejé el paraguas empapado en la entrada, no quería manchar el suelo. Me acerqué a la única ventana que había. La lluvia, que había arreciado, lanzaba las gotas a modo de dardos contra la fina lámina que me separaba del exterior. Me volví buscando alguna otra fuente de luz natural y la encontré en el techo en forma de claraboya. Aunque, la sustitución de los cristales por unos tableros de aglomerado daban al lugar un aspecto bastante lúgubre. Con mirada crítica contemplé aquello que estaba a mi alcance, prácticamente todo. Debo decir que había estado en probadores de ropa que me daban la sensación de más amplitud que aquel apartamento. Presté atención al rincón en el que me encontraba, al lado de la ventana. Las paredes, literalmente, lloraban. Entendía por qué. Yo estaba a punto de hacerlo. Las manchas de humedad habían dibujado formas abstractas sobre ellas, como si el fantasma de algún grafitero se hubiera entretenido en dis

Duelo al sol

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Duelo de Oneguin y Lenski - Illá Repin (1899) El calor era sofocante y solo el sonido de los grillos interrumpía el silencio. Se miraron frente a frente, gotas de sudor surcaban sus rostros. A la distancia a la que encontraban resultaba muy difícil fallar. —¡Repítelo si te atreves y estás muerto!— increpó uno. —¡Eres un cobarde! Tan solo unos segundos tardó en desenfundar su arma. Se oyó un clic cuando apretó el gatillo y el otro cayó fulminado al suelo. Con tranquilidad, sopló el cañón de su colt, lo metió en la cartuchera abrochada a su cintura y se colocó el sombrero. —¡Niños, los bocadillos! –se oyó una voz al fondo. —¡Mañana te mueres tú que nunca te toca! –dijo el muerto poniéndose en pie.

Un final diferente para una reina

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Juana la Loca recluida en Tordesillas con su hija la infanta Catalina -  Francisco Pradilla y Ortiz        Abrió los ojos despacio intentando dominar el sopor que la invadía y echó una mirada alrededor.    Juana, archiduquesa de Austria y heredera del reino de Castilla, llevaba demasiado tiempo entre aquellas cuatro paredes de piedras húmedas y a pesar de que estaban forradas de hermosos tapices florentinos y de alfombras suntuosas, traídas desde Anatolia, no dejaba de ser una cárcel. Aquella casona de Tordesillas había sido el lugar elegido por su padre, Fernando el Católico, para su confinamiento hasta el final de su vida.    Las ventanas estaban revestidas de celosía y al pasar la luz dibujaban pequeños círculos en el suelo hasta donde el sol conseguía colarse, que a mediodía llegaba hasta el mismo centro de la habitación. Juana había aprendido a conocer la hora observándolos. 

Musas: Te recordaré

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Heinrich Heine y la musa de la poesía - Obra de George Morau de Tours —“El bosque se animó con los sonidos habituales que anunciaban el nuevo día. María se dirigió a la puerta dispuesta a…” —. Raúl levantó la vista del papel. —¿A dónde vas? —le preguntó extrañado. —Ha llegado la hora —murmuró ella con tristeza. Él sintió un escalofrío recorriéndole la espalda. ¿Acaso no era importante lo que compartían? ¿Cómo podía hacerle esto? Sin embargo el reproche no llegó a salir. —Por favor quédate. Te necesito —suplicó. —Puedes seguir sin mí —le aseguró ella antes de desaparecer. —Te recordaré siempre —prometía él. Con mano temblorosa, Raúl escribió: “comenzar su nueva vida. Fin.” —Mi obra —dijo con orgullo, acariciando el montón de folios. Había tardado cinco palabras en olvidarse de ella.

Aquellos maravillosos veranos.

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Una familia - Obra de Fernando Botero    Realizó un último recorrido por la casa antes de marcharse. El frigorífico desenchufado y la puerta abierta. La bombona de butano cerrada. Verificó que había cortado el agua abriendo un grifo. Bajó el interruptor de la luz y cerró con dos vueltas de llave la puerta de entrada. Ya estaba todo listo, podían irse de vacaciones. Bajó las escaleras y se montó en el coche junto a su familia.    —¿Has comprobado que estuviera todo apagado? —. Manuel afirmó con la cabeza —¿Y las ventanas? —Juana le miró esperando una respuesta.    —¡Qué sí! Todo está en orden. Ahora vamos a ponernos en marcha a ver si no cogemos mucha caravana.

Recuerdos

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         La habitación estaba casi a oscuras excepto el rincón donde una lámpara encendida colocada sobre un escritorio abría un círculo de luz. Aquella escasa claridad dejaba en penumbra el resto de la pieza y apenas se apreciaba su distribución. A pesar de tener un buen tamaño no había muchos muebles y daba la sensación de que para la inquilina, la decoración no era un tema importante.     El escritorio se apoyaba en la pared debajo de un ventanal; la persiana levantada permitía ver el declive de la tarde. A cada lado de la mesa, contra el muro, se apoyaban estanterías repleta de libros apilados sin ningún orden concreto. Los volúmenes, la mayoría de ellos adquiridos en tiendas de segunda o tercera mano, tenían el aspecto de haber sido leídos y releídos muchas veces. Casi todos padecían algún tipo de herida: tapas cuarteadas, trozos de celo sujetando los lomos, páginas sueltas que asomaban a medias o cantos deteriorados y doblados por el uso. Eran hermosos aún en su veje

Epitafio a la Fe.

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          Atardecer en los Alpes - Obra de Silvia Inés Giwant   Miré hacia arriba pidiendo un milagro. Me aferré a mi religión y  deposité en ella la salvación de mi hijo. Desde siempre me habían enseñado que la fe era capaz de mover una montaña. Y ahí estaba yo, implorando con todas mis fuerzas que ella se inclinara, solo lo suficiente, para facilitar  su  liberación. No se movió ni un ápice. A pesar de mi fe, no conseguí que aquella mala bestia permitiera un rescate rápido a tiempo de  salvarlo. El mismo alud que lo había enterrado a él en la cumbre, sepultó mis creencias, dejándome solo un corazón helado.

Banquete real

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A simple vista parecía que todo estaba listo para recibir a los novios y comensales. Aún así me di otra vuelta para verificarlo por cuarta vez. Todo tenía que estar perfecto. Aquel acontecimiento pasaría a la historia como uno de los más importantes de este siglo. La mesa se encontraba dispuesta con la vajilla azul prusia con el filo de oro y el escudo de la casa real. Se había sacado de las vitrinas donde dormitaba y solo veía la luz en ocasiones muy especiales. Había sido elaborada en Santa Clara, una de las más prestigiosas fábricas de cerámica del mundo, y llevaba al servicio de la corona más de dos siglos. La mantelería de fino hilo blanco con el escudo bordado había sido un regalo de las hermanas carmelitas descalzas a Alfonso XII, en ocasión de su enlace.

Regalando optimismo

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Botas de fútbol - obra de Ricardo Renedo. El calor era asfixiante y aunque sudaban a chorros , ellos seguían corriendo. —¡Ánimo, vamos a ganar! —vociferaba el entrenador a sus jugadores a punto de finalizar la contienda. El estadio enmudeció asombrado y todos miraron el marcador. Cero a seis. —¡Árbitro, danos un minuto más que remontamos el partido! —gritó el capitán, poniendo voz al silencio, cuando le oyó pitar la conclusión del encuentro. Aquella tarde épica, el Alcoyano perdió el partido pero se convirtió en leyenda.

El Destino busca destino.

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Maletas - Obra de Ricardo Renedo. Manuel levantó la vista. De pie ante su mesa,  un hombre de mediana edad esperaba ser atendido. Un escueto  siéntese   fue la   única bienvenida ante de tomarle los datos. —¿Cuál es su destino? —No lo sé aún —¿Acaso no sabe a dónde va? —¿Dónde iría usted si pudiera? —Pues… no sé. A bote pronto no sabría qué decir. —Piense. Imagine que es yo y puede empezar su vida en otro lugar. —Quizás me decantaría por Australia. No sé, me parece un continente por descubrir, lleno de posibilidades. —Hecho. — ¿Hecho? ¿Pretende vivir mi sueño? Colocó sobre la mesa una visa platino a nombre de Manuel. —No, pretendo que vivas el tuyo. A veces el destino encuentra a su destinatario. 

Vidas Rotas.

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Desesperado- Obra de Antonio del Moral Teruel. Echó un vistazo alrededor y contempló las cuatro paredes que habían sido su hogar durante los últimos quince años. Se dio cuenta, que al contrario de lo que pasaba fuera, allí se acumulaban pocas cosas y todo lo que poseía cabía en una bolsa del Alcampo. Revisó por última vez el contenido de la misma: una foto con los bordes desgastados y rotos, donde aparecían su padre y su hermano sonrientes, la bolsa de aseo y una muda de ropa interior. El resto del equipaje, el que importaba, lo llevaba dentro, intacto. Esperaba a que Faustino, el funcionario de prisiones, le trajera la orden de salida y, mientras lo hacía, un recuerdo volvió a tomar posesión de su mundo. Cerró los ojos y lo dejó entrar de nuevo, empapándose con él.                                                *****

Oración ante el espejo.

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las tres Gracias de Rafael Sanzio El verano asoma por la puerta y yo me echo a temblar...    —"¡Dios mío ten piedad! A ti me encomiendo  Señor,  aunque ponga en tela de juicio tu existencia la mayor parte del tiempo, y te pido ayuda ante el reto que supone probarme la ropa del verano pasado. Lanzo  esta oración   en el  silencio de mi cuarto esperando que se obre el milagro de que me esté grande para poder ir de rebajas en busca de un bikini o, por lo menos, de un bañador con tres tallas menos.    Aguardo  con  los ojos cerrados confiando que, en el instante de abrirlos,  este artilugio infernal donde se refleja el paso del tiempo y de la comida; del insomnio y  de los madrugones; de jornadas de trabajo maratonianas y de fiestas nocturnas aún más largas no sea muy duro conmigo y me devuelva la imagen que deseo.

Ocupando mi lugar

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Ternura - Obra de Oswaldo Guayasamin Esa mañana estaba cansada. Una vez que su marido se fue al trabajo y  los chicos al colegio, se sentó a tomar un café. El día anterior había ido al médico a recoger unos análisis, pero ninguno de los miembros de la familia le había preguntado si se encontraba bien. A simple vista parecía no importarles. Sabía que eso no era cierto y no debía ser injusta con ellos, pero la dejadez en la que se habían instalado  empezaba a ser preocupante.  Toda su vida giraba en torno a ellos y, desde hacía bastante tiempo,  cuando regresaban apenas le prestaban atención, cada cual dedicado a sus menesteres: el marido en el ordenador, el niño con la   play  y su hija con el móvil.  Terminó el café,  dejó a un lado los negros pensamientos  y decidió meterse de lleno en la rutina diaria. Por la noche, a la hora de la cena, sacaría el tema sobre cómo se sentía  y exigiría algo de comprensión.  Se levantó del taburete, dejó la taza en el lavavajillas y algo deprim

El Patio

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                                                 Patio cordobés - Obra de María José Pastorín Sánchez    Sentado en una silla de enea con la cabeza baja y el bastón entre las manos, contemplo la vida pasar. La artrosis me ha dejado con poca movilidad y desde entonces, me dedico a recordar viejos tiempos en mi Córdoba natal.    He nacido en el Alcázar Viejo y este lugar ha tenido color incluso cuando la vida era en blanco y negro. Geranios, rosas, jazmines, helechos y naranjos, enredaderas y siemprevivas adornan cada centímetro cuadrado de sus calles, dándole un aspecto alegre y un perfume único.  Un día dijeron que sus patios eran Patrimonio de la Humanidad. Seguro que sí, a pesar de que ninguna de las mujeres de este barrio lo adornara para eso.  Es cierto que desde que tengo uso de razón, la rivalidad entre  las vecinas ayudaron a conseguir que este barrio durante la primavera sea el más visitado del mundo. Mi mujer fue una de ellas, siempre pendiente de cada maceta. La

Paseo hasta Prado de Osma ( El Almendro )

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Desde mi regreso al pueblo, he recorrido en numerosas ocasiones el sendero que conduce hasta la ermita. Son apenas seis kilómetros de peregrinaje para los devotos, o un buen paseo por el campo, para bajar ese poquito de colesterol que se acumula por el exceso de vida sedentaria. Casi siempre he ido acompañada, sin apenas apreciar la belleza que la madre naturaleza me muestra en cada rincón. Hoy he preferido ir sola, observando todo lo que el lugar puede ofrecer. Es una preciosa mañana de primavera. El cielo, de un rosa intenso, me muestra un astro rey que comienza a despertarse debajo de un edredón de nubes, desperezándose sin prisas. Durante mi paseo, voy disfrutando de lo bonita que se encuentra la dehesa en estas fechas. Las jaras ataviadas de lunares blancos, adornan el traje verde de la campiña, que gitana como es, se engalana para recibir a los romeros a la grupa de sus caballos. De vez en cuando, me cruzo con algunos conejos a los que molesto con mí deambular. Contem

Juan Ramón y yo.

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Juan Ramón Jiménez - obra de Joaquín Sorolla y Bastida Visitaba el pueblo de Moguer, intentando averiguar qué relación simbiótica había existido entre el insigne escritor y su pueblo natal. Siempre he creído que todo artista plasma en sus obras todo aquello que, durante su vida, le entra por los sentidos. Algo tenían que ver entonces, la luz, el ambiente,  las  calles, plazas y jardines de aquel pueblo para que hubiesen inspirado tanta belleza. La poesía andaluza me parecía que tenía un color que no tenía el resto, o por lo menos, era lo que intentaba demostrar en mi libro. Había empezado por Juan Ramón porque soy onubense y él había sido desde siempre, mi escritor de referencia.

Instantánea de un error

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Claudia Dedicado a mi nieta Claudia                       Instantánea de un error Lo vi, como el resto de cobardes. Supe en ese instante que sucedería y que no podría evitarlo. Todos corrieron y me quedé sola en medio de la carretera, paralizada ante lo que se me venía encima. Me dije que si pudiera retroceder solo un segundo y pensar,  pero ya no era posible. Cuando salió disparado de mi  pie, sabía que oiría cristales rotos.

¡Vamos de estreno!

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Entrando al teatro - Luis Díez Pazos    En una pequeña ciudad de provincias, donde la clase privilegiada no son muchos y todos se conocen, se convoca el I Certamen de películas para directores nobeles. El día del estreno, uno de los cines, se engalana para la ocasión. Luce una alfombra roja y los trajes de noche de los asistentes que la cruzan ponen la nota de glamour.    Dentro del cine, acomodadas en sus butacas, dos mujeres de mediana edad cuchichean sobre una pareja que se sienta cuatro filas más adelante, a la espera de que el director de la ceremonia inaugure el evento y comience la primera película del concurso.

Mirar hacia atrás

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El comienzo

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A veces exigimos esfuerzo que después no valoramos como debiéramos. No pensamos en todas aquellas trabas que se han tenido que sortear para conseguir llegar a la meta. Juguetes de niños- Jorge Gallego.    Se levantó con mucho trabajo sujetándose a la red que cerraba el recinto donde lo habían mantenido encerrado durante un tiempo, pero esta vez por fuera. Después de muchas protestas por fin lo habían soltado. Miró a lo lejos con avidez, tenía hambre y sabía que la comida se encontraba al final del camino. Midió la distancia que le separaba del botín sopesando las posibilidades de alcanzarlo sin un rasguño. Quizás podría conseguirlo si buscaba sostenes y sorteaba los peligros que le acecharan durante el trayecto.

Nominación

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  PLUMA DE GANSO   María del Mar Lana     EL RINCÓN DE LAS LETRAS MÁGICAS   Carmen Murguia Este blog ha sido nominado para los premios Excellence  otorgado por un importante blog norteamericano llamado Querida Kitty. Las menciones se las debo a dos compañeras blogueras y escritoras a las que aprecio muchísimo. María del Mar Lana y su increíble blog   Pluma de Ganso (http://marlanapradera.blogspot.com.es/)  Ha tenido la deferencia de nominarme en el puesto décimo quinto. Llegar a ese lugar, con la cantidad de excelentes trabajos que hay, me parece todo un logro. Mar se está convirtiendo en toda una artista del micro y el relato. Muy bien  trabajados y sabiendo qué decir con las palabras justas. Espero que triunfe en este difícil mundo porque se lo merece. Gracias Lana.    Carmen Murguia  y su blog   El Rincón de las letras mágicas     (http://carmenhernanz.blogspot.com.es) Es la otra compañera. Me ha emocionado que mi trabajo se encuentre entre sus quince preferid

En busca del maná.

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Pintura solidaria - Ángeles Perteguer    E ra noche cerrada y el color oscuro de su piel apenas la distinguía del entorno. Solo el blanco de sus enormes ojos era visible.    Massé, sentada en la playa, pensaba en la familia que había dejado atrás y en el gasto que había supuesto pagarle el viaje. Habían tenido que desprenderse de todo el ganado y recurrir a uno de los jefecillos locales, que les puso en contacto con alguien que se dedicaba al transporte de seres humanos hacia Europa. Ya le habían advertido que cuando llegara tendría que trabajar duro  para pagar la deuda. Era una cantidad tan grande que ni siquiera ella sabía cuantificar.    En compañía de otras personas había recorrido un largo camino a pie, pasando hambre y en condiciones precarias. Un par de semanas más tarde llegaron a su destino, una playa de Marruecos.