La institutriz

werrington Park - J. Owen. Mary bajó del carruaje. El cochero, después de depositar la maleta a su lado, subió al pescante y azuzó a los caballos, desapareciendo por el mismo sitio por el que había venido. Nadie había salido a recibirla y permaneció de pie a la entrada sin saber muy bien qué hacer. Indecisa, contempló el que sería su hogar durante los siguientes meses: Ashley Hall, la mansión de Sir James Rufford. Con admiración echó una ojeada a todo lo que alcanzaba la vista. Se fijó en los bien cuidados jardines, a los que se podía acceder por paseos limpios de malas hierbas, franqueados por setos muy bien podados y árboles que cobijaban del sol. Había bancos de piedra situados de trecho en trecho. Un lugar muy apetecible en los que descansar después de un paseo o para disfrutar de un buen libro a la sombra de aquellas enormes frondas. Más allá, un bosque cubría todo el horizonte cerrando la propiedad a miradas indiscretas.