Nunca es fácil.

Obra de Darío Mijangos Guardó silencio. No lo esperaba tan pronto y ahora todo se le venía encima. Ella ya lo había hablado con su marido y habían mirado hacia otro lado, a la espera de que solo fuera un arrebato. —Es especial, tiene encanto y me quiere. —Es mucho mayor que tú, hijo. A tu padre no le va a gustar. No se atrevió a decir mucho más. Hubiera deseado que los problemas permanecieran dentro de los armarios y no salieran a la luz y se convirtieran en el foco de sus perfectas vidas. —Hace mucho que dejé de gustarle a mi padre…, y a ti. — ¡No digas eso! Estamos haciendo un esfuerzo enorme por entender y aceptar tus decisiones. Necesitamos tiempo. —Ni siquiera te atreves a decir lo que soy. En el fondo siempre he sabido que vuestra comprensión la dejabais para los hijos de otros. Miró a su madre con pena, se levantó y se diri...