Pablo o el sabor de la venganza.

Soy Mariló y confieso haberme alegrado una vez de la desventura de mi hija. Tal vez suene dramático y se me vea como a una mujer perversa, pero no es así. Solo es el momento de resarcimiento que buscamos todas las madres cuando tenemos hijos que resultan difíciles de llevar de pequeños, que cometen una trastada tras otra y se pasan la infancia poniéndonos las cosas difíciles. Porque, señores, niños terribles haberlos hay los, como las meigas. Empezaré mi relato por el final. Hace unas semanas acudí a Madrid a ver a mis nietos: Nicolás de ocho meses y Pablo, el protagonista de esta historia, que tiene dos años.