Mis inolvidables vacaciones de 1995

¿Nunca habéis oído la expresión: “si lo sé no vengo”? Pues eso es lo que pensé cuando vi el dichoso hotel. Soy poco amiga de fríos y me convencieron, no sé cómo, de cambiar mis vacaciones estivales de tumbona, playa y chiringuitos, por un viaje a algún lugar del norte de Europa. —Hagamos algo diferente —comentó de una de mis amigas. Accedí a regañadientes y me hicieron prometer que lo dejaría todo en sus manos. Esta vez, ellas se encargarían de contratar el paquete vacacional. Yo era siempre la que preparaba los viajes: Caribe, cayos de Florida, Ribera Maya, Canarias y Cádiz eran nuestros destinos habituales. Nunca se habían quejado. Bueno, había algunas protestas de vez en cuando, por el calor y la repetición de lugares, pero siempre eran acalladas por los maravillosos hoteles que conseguía y lo descansadas que volvíamos: todo el día de la playa a la piscina y de hamaca en hamaca.