Viaje accidentado.

Rajadell estación de tren - Ernest Descals El traqueteo de la locomotora junto al cansancio acumulado por las largas noches de guardia en urgencias, había sido suficiente para adormecerlo. Percibió que alguien entraba en el vagón pero apenas pudo levantar un párpado, ya se encargaría de saludarlo su vecina de departamento, y siguió durmiendo plácidamente en los duros asientos de plástico, acostumbrado como estaba en el hospital a descansar en los lugares más insólitos. Le despertó un rayo de sol que incidió sobre el cristal de la ventanilla y se posó en su rostro; fue un instante. Sin embargo, la sensación de calor le avisó de que había llegado la hora de reaparecer en el mundo de los vivos. Entreabrió los ojos. Los párpados aún le pesaban y sonrió avergonzado a su compañera de viaje. «Es muy guapa y tiene la garganta abierta», pensó medio adormilado. Cuando la idea caló, se desper...