Promesa cumplida
El hermoso satélite brillaba en lo alto cuando sonó el timbre.
Una mujer abrió la puerta y el hombre la miró.
—¡Gracias a Dios, has vuelto!, mi marido…un héroe! Estoy tan
orgullosa de ti…—Lágrimas de felicidad corrían por la cara de ella.
Después de un afectuoso abrazo, el hombre abrió un estuche que llevaba y se lo entregó. Del interior sacó una cadena de oro. Él se la puso
alrededor del cuello. Ella miró el colgante sin entender: solo era una piedra
negra, porosa y bastante fea.
—Cuando nos casamos te prometí que te la conseguiría y yo
siempre cumplo lo que prometo. Eres la única mujer del mundo que lleva la luna
colgada del cuello —dijo Neil Armstrong a su mujer.
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