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Mostrando entradas de octubre, 2013

Nunca es fácil.

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Obra de Darío Mijangos                Guardó silencio. No lo esperaba tan pronto y ahora todo se le venía encima. Ella ya lo había hablado con su marido y habían mirado hacia otro lado, a la espera de que solo fuera un arrebato.    —Es especial, tiene encanto y me quiere.    —Es mucho mayor que tú, hijo. A tu padre no le va a gustar.    No se atrevió a decir mucho más. Hubiera deseado que los problemas permanecieran dentro de los armarios y no salieran a la luz y se convirtieran en el foco de sus perfectas vidas.    —Hace mucho que dejé de gustarle a mi padre…, y a ti.    — ¡No digas eso! Estamos haciendo un esfuerzo enorme por entender y aceptar tus decisiones. Necesitamos tiempo.    —Ni siquiera te atreves a decir lo que soy. En el fondo siempre he sabido que vuestra comprensión la dejabais para los hijos de otros.    Miró a su madre con pena, se levantó y se dirigió a la puerta. La abrió y se volvió con la mano en el pomo, antes de traspasarla.    —Solo quería invitar

En el sur también queremos hidalgos.

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Tenemos molinos. Lo que necesitamos son Quijotes que enderecen los entuertos que asolan a la sociedad y Sanchos que pongan cordura a tanta sinrazón.

Saber mirar.

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Andalucía

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Pintura de Manuel Barahona en la orill Tierra de hombres y mujeres que trabajan bajo el sol encorvados sobre las vides. Manos añejas y agrietadas por el frío que envuelven la naranja y la aceituna. Ojos tristes por un destino cierto del que no pueden sustraerse. Tierra de alegría a la que aferrarse para no morir de pena. Máscaras y disfraces que critican el devenir de su historia. Batas de volantes que abanican el aire al caminar. Botas de peregrinos desgastadas en mil caminos en busca de esperanzas. Puerto de pescadores de Estepona - Obra de Blanca Larrauri Estefanía. Tierra de mar con capitanes apostados en la orilla, esperando una ocasión. Marineros que susurran una oración, mientras tejen sus redes. Barcas que dormitan en los puertos ancladas en la desesperación. Tierra de arte y sentimientos a flor de piel. Pasos esculpidos y portados a hombros por la devoción. Historias de otras gentes que permanecen en la nuestra. Piedras que llevan a cuestas los siglos y forma

La imaginación

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Una mañana tomando el café descubrí que me gustaba escribir, contar historias e inventarlas. Algo insólito teniendo en cuenta que toda mi vida me moví entre números.  La imaginación es una de esas cualidades que desarrollamos desde la infancia, no a base de gimnasio pero casi, ya que requiere un entrenamiento constante y arduo.     Debo reconocer que los niños de mi generación (nacidos entre finales de los años 50 y principio de los 60) fuimos unos privilegiados en este aspecto, ya que tuvimos que poner a prueba todo nuestro ingenio para sobrevivir a una infancia con mucha escasez y poco o ningún juguete.     Mi generación, a caballo entre la foto en blanco y negro y la tecnología digital, sin dinero y con mucho tiempo libre, aprendió que unas sábanas y unas toallas nos inspiraban para crear diseños de alta costura y montar una pasarela Cibeles en el patio de casa; que tres metros de elástico o una cuerda eran suficientes para pasar tardes inolvidables y bajas en colesterol con la

Vivir al detalle

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La prisa  consigue que nos perdamos los pequeños detalles que pueden colorear un día gris...