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Mostrando entradas de marzo, 2015

Deformación profesional

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La octogenaria señora les había convocado en el salón, todo el servicio tenía que estar presente. Antes de entrar, Mary se dirigió a Martha. —No lo demores mucho. Tengo cosas que hacer  —le susurró. —Ayer estaban en su sitio —dijo la señora, cuando los tuvo delante—. Alfred, observé que te entretuviste mucho  en la entrada al salir en busca del coche. —Yo no fui, señora. Solo colocaba la gorra ante el espejo —replicó el chófer. —Roger no pudo robarlas. —La anciana miró al mayordomo—. Estuviste con    Martha todo el tiempo. Ella lo ha corroborado. Entonces,    se dirigió a la cocinera. —¡Mary, fuiste tú! ¡Confiesa! Tuviste la oportunidad. —Sí, fui yo. A la vuelta del mercado, metí las llaves dentro del jarrón —declaró con aire aburrido, mirando la hora en el reloj de pared de la sala. Martha, la enfermera, dio unas palmadas. —Muy bien, volved a vuestras tareas—. Señora Christie, es hora de que tome su medicación y de descansar. Mañana investigará quién ha matado

Un futuro poco prometedor

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Pitonisa en rojo con bola paradójica de Escher - Jalar  Me había predicho el futuro; pero claro, ¿quién cree a una pitonisa encontrada en una feria ganadera? Aquella mujer me lo advirtió y, por supuesto, no me lo tomé en serio. Hoy, 17 de febrero de 1901, dos meses después, está a punto de cumplirse su predicción y ya no puedo volver atrás para escuchar una posible alternativa a mi muerte. No tenía nada mejor que hacer y decidí pasar un día en el campo, en la feria del condado, entre olores a vacas y pasteles. Se celebraba el torneo de monta de toros y un concurso de tartas de manzanas recién horneadas que se vendían en los puestos ubicados alrededor del recinto. Fui caminando de un puesto a otro intentando pasar el rato, cuando al fondo de una de las callejas, vi una tienda que sustentaba un letrero en el que se leía: “Pitonisa: por un dólar te muestro tu futuro.” El aburrimiento hizo que me colara sin pensarlo.

Blanca de Borbón: un problema de estado

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La reina Ginebra - William Morris      Estoy ante la disyuntiva de contar la historia real o la parte de leyenda que la acompaña,  aunque cualquiera de ellas deja a mi protagonista encerrada. La leyenda apunta a un problema de faldas y la historia a un problema de estado. A  estas alturas no importa el motivo, su condena se basó únicamente en rumores dejados caer en oídos interesados. Al final he decidido mezclar ambas, porque toda leyenda tiene su parte de historia y toda historia, con el tiempo, se convierte en leyenda.  La mía comienza cuando acababan de trasladar a Blanca de Borbón, reina de Castilla y León, al castillo del Obispo.