Gabo
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Nunca pude imaginar que
tan insigne personaje, al que un día le atacó la bendita manía de contar, pudiera marcharse sin más. Me quedé compuesta y sin escritor, esperando la crónica de una muerte
anunciada que nunca se anunció, y
que a mí me cogió por sorpresa porque siempre pensé que Gabo sería inmortal.
Me fui a pasear. En el silencio del parque solo se oía mis pisadas sobre la hojarasca. Aquel día reflexioné sobre en qué mala hora la gente
buena se va.
Ahora, como el náufrago que
escribe su relato, sé que me esperan más de cien años de soledad, en los que le echaré de menos: a él y a sus
crónicas y reportajes.
¿Por qué no fuiste el negro que hizo esperar a los ángeles y nos dejaste solos?
En estos momentos, en los que me embarga la tristeza, me alquilo para soñar por vosotros porque en mis sueños puedo hacerle inmortal releyendo sus obras una y otra vez y olvidando el hecho de su muerte, como cuando era feliz e indocumentado.
Descansa en paz amigo Gabo. y desde dónde te encuentres consíguenos un país al alcance de los niños.
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