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Mostrando entradas de septiembre, 2015

Promesa cumplida

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El hermoso satélite  brillaba en lo alto cuando sonó el timbre. Una mujer abrió la puerta y el hombre la miró. —¡Gracias a Dios, has vuelto!, mi marido…un héroe! Estoy tan orgullosa de ti…—Lágrimas de felicidad corrían por la cara de ella. Después de un afectuoso abrazo, el hombre abrió  un estuche que llevaba y se lo entregó. Del interior sacó una cadena de oro. Él se la  puso alrededor del cuello. Ella miró el colgante sin entender: solo era una piedra negra, porosa y bastante fea. —Cuando nos casamos te prometí que te la conseguiría y yo siempre cumplo lo que prometo. Eres la única mujer del mundo que lleva la luna colgada del cuello —dijo Neil  Armstrong a su mujer.

Mi nacimiento.

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Cabás de un viejo médico - franciscodona.wordpress.com Don Cipriano, el médico de mi pueblo, había traído al mundo a toda una generación de niños.  Aquella madrugada  del 17 de febrero de 1960  fueron a avisarle; otro niño venía en camino y sin ganas de esperar a que despuntara el día. A la misma hora,  el cielo rompió aguas  y paría  una  tormenta sobre el pueblo. Venía  tan furiosa que  provocó un apagón, dejando todo el lugar a oscuras. A la luz de un quinqué de petróleo y  con el sonido de los truenos de fondo, el médico sacó de su cómodo encierro a una niña cuyos berridos rivalizaban con los estruendos del exterior. —¡Vaya noche ha elegido para nacer! Antonia, ésta será de las tercas. ¿Cómo se llamará, Dolores como tu madre?  Así fue como don Cipriano me trajo a este mundo. Un visionario que acertó de pleno en lo de terca.

Dioses.

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Tímpano oeste del Partenón- El nacimiento de Atenea. No me atrevo a mirarles. Siento que me llevan y me traen como una marioneta en un mundo carnal,  en el que sus corazones de alabastro no entienden el dolor humano. Ni siquiera son capaces de amar. Nos observan desde la distancia y dentro de unos cuerpos marmóreos, sus almas inmortales juegan con nosotros.

El menú de Flora.

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 Psychotria Tomentosa —¿Me puede decir cuándo le vio por última vez? —preguntó desde el salón a la mujer que se encontraba en la cocina. Dick Paterson, policía de Arkadia, había acudido al domicilio de la señora Ramsey, porque quince días antes, había denunciado la desaparición de su marido.  El policía intentaba establecer el momento en el que la mujer había perdido todo contacto con él. Debía averiguar, además, si había habido algún tipo de discusión entre la pareja, alguna amenaza sobre pedir el divorcio, o si estaban implicadas terceras personas. Por experiencia, Paterson sabía que la mayoría de las desapariciones de maridos en los alrededores, casi siempre  se debían a alguna rubia despampanante. Sobre todo, si el hombre en cuestión tenía dinero, como era el caso.

Aventura nocturna.

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      Se acercó con sigilo. La luz que emanaba por la rendija era muy tenue, apenas un resplandor que entraba por la ventana procedente  del exterior y que no disipaban del todo las tinieblas que se extendían por detrás de él.      Con el corazón acelerado, se aferró al canto de la puerta y la abrió, solo lo suficiente para pasar de lado. Descalzo, se deslizó al interior. El suelo mullido amortiguaba sus pasos.  No le habían oído y el peligro parecía disiparse,  suspiró aliviado . Se encaramó hasta la cumbre y  a gatas, evitando perder  el equilibro y caer, avanzó hacia su destino.        —¡Manuel, despierta!  Esta vez te toca a ti llevar al niño a su cama —oyó a su madre en el silencio de la noche.      Le habían vuelto a cazar.

Ojo por ojo

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Un cuento para mi hijo José María, al que no le gustan las verduras. Le proporciono un argumento para que se deje las espinacas en el plato -¡claro que no va a colar!-.  Y por qué no, también para los vegetarianos. Ni todo es rojo, ni todo es verde... María se había marchado  de vacaciones a un balneario en el interior de la jungla del Amazonas. Un sitio de lo más privativo, solo apto para cuentas bancarias muy abultadas. Llevaba un año de mucho trabajo y con acumulación de estrés. Acababa de terminar una fusión entre dos grande multinacionales y estaba orgullosa de que nadie hubiera perdido. Solo ella. En su trabajo, cada día se dejaba la piel, tampoco es que le importara, no existía nada ni nadie que la esperara en casa por las noches cuando terminaba. Aquella mañana se levantó temprano, tenía una buena caminata hasta llegar a la piscina natural, con cascada incluida, que se encontraba a un par de kilómetros del hotel. En los diez días que llevaba en el complejo

Fábula: Cambios importantes.

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Manzanas, orugas y mariposas - Vladimir Kush —¿A qué me ha dejado muy hermosa? —preguntó la altiva polilla a Gusano, después pasar por las manos de un  famoso entomólogo, muy de moda entre los insectos más nobles. —Estás extraordinaria, pareces otra —dijo Gusano que esperaba su primera consulta con el profesional—.Ya le que hablado de un cambio cuando eclosione.   Seré la drug queen del género, lo nunca visto. Me ha tomado medidas para  mis nuevas alas y la gama de colores que quiero. En la última revisión, aún me quedaban tres días para convertirme en un capullo. —Ya lo eres —masculló una mosca que pasaba por allí. —¡Hortera!, — gritó Gusano alzando la cabeza y parte de su cuerpo con altivez—¿Qué sabrás tú de belleza?, solo eres una mosca cojonera. Una vez que Gusano se marchó protestando, la polilla intentó alzar el vuelo.   No pudo. —Creo que realizarme un aumento de alas no ha sido una buena idea.  Moraleja: Toda fábula que se precie debe tener una moral

Malas cosechas

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Viñedo rojo -    Vincent Willem van Gogh             A un lado de la carretera en la salida del pueblo,   espero   junto a mis compañeros la llegada del autobús que me llevará lejos de mi país por primera vez. Es mi  primera vez  para un montón de cosas  que me han ocurrido  en los últimos tiempos  y la mayoría de ellas  malas: mi primer despido; entré con dieciocho años a trabajar en una fábrica y ha sido mi único empleo. La  primera vez que he tenido  que recurrir al paro. También, la  primera vez en pedir ayuda a la familia, con la consiguiente vergüenza. Por último, hace unos días,  la primera vez en recurrir a la ayuda social para hacer frente a las matrículas del colegio de mis hijos. Ha sido todo un cúmulo de desgracias que han ido sucediendo en los últimos años. O Tal vez solo una y el resto, una consecuencia de la misma.

El triunfo

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     Él tocó la primera nota y yo las siguientes; entre ambos compusimos mi mejor obra. Después, desapareció por la ventana y nunca más volvió.       ¿Si él no hubiera posado sus patas sobre esas teclas hubiera creado esa  obra en concreto? Tal vez...        Solo se necesita una nota, una palabra, una imagen para alcanzar el triunfo, y ese principio no siempre es nuestro. 

La siesta

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El sueño - Pablo Picasso       Las tres de la tarde. Los abanicos  remueven el aire tras las  persianas bajadas; los vecinos dormitan. Debajo de los naranjos, en los patios, solo los más pequeños permanecen de guardia:  juegan con soldados e indios cambiando la historia a su medida o arropan a bebés de juguete, practicando para la madurez.     Un par de horas más tarde, los vecinos se desperezarán en sus butacas y comienza  de nuevo la actividad. En algunos lugares, el verano pone paréntesis a la vida.

Vecinos inoportunos

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Una sonriente Natalia contemplaba el salón de su piso nuevo. Los meses anteriores habían sido un absoluto caos con la casa llena de albañiles, fontaneros, pintores y electricista; cada uno pidiendo dinero para lo suyo. Los últimos en salir habían sido los decoradores que habían realizado un trabajo excelente: Los visillos en color beige tostado con un suave dibujo de margaritas daban calidez al ambiente. Las paredes de un inmaculado blanco contrastaban con la madera caoba de los muebles. El parqué perfectamente acuchillado y abrillantado. Todo estaba en su sitio. Suspiró aliviada; por fin se habían acabado los enfados, las peleas y el gastar dinero, ya solo quedaba preparar la mudanza. Cruzaba la estancia hacia la puerta, cuando algo llamó su atención en una esquina. Descubrió una pequeña mancha sobre la madera brillante. Al agacharse comprobó que el suelo estaba mojado, y miró al techo, con espanto vio una gotera. Aún no era muy grande, pero ya la pintura aparecía embolsada c

Sueños cumplidos.

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El sueño de la razón produce monstruos (dibujo preparatorio)- Francisco de Goya y Luciente —¡No la toque, presidente! Abrí los ojos. Aún resonaba en mis oídos el grito emitido, no sé si real o solo imaginario.  Me senté en la cama, la habitación daba vueltas y no conseguía pararla. El sudor corría desde la frente y cruzaba mi cara. Observé como caían las gotas al suelo a cámara lenta. Sabía que poco a poco la sensación de nauseas y todos los demás efectos desaparecerían; solo necesitaba unos minutos para tranquilizarme. Aquella pesadilla me había dejado más alterado que el resto de ocasiones. Sabía que todas esas visiones eran a toro pasado. Los hechos que veía  mientras dormía, habían ocurrido en tiempo real.  Yo no podía hacer nada para cambiar la historia, solo detener a los culpables.

el corte

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     Entré en la cocina. El cadáver se encontraba sobre el suelo de baldosas blancas con un cuchillo sobresaliendo del pecho. Una mancha carmín rodeaba la herida. Eché mano al bolsillo y descubrí que había vuelto a olvidar los guantes. Miré a mi compañero que negó en silencio. Resoplando cogí unos rosas de goma que colgaban del fregadero.      —La mujer ha confesado. Farfullaba algo  sobre que no sabía cortar y no quería esperar. Creo que  ha sido por su culpa. —Señaló hacia un punto detrás de mí.       Me volví hacía el lugar que me indicaba y los ojos se me pusieron como platos.     —¡Joder!, yo también me hubiera cabreado. Vaya destrozo que le ha hecho al cinco jota —exclamé cuando  vi el jamón que colgaba de un gancho en la pared.

París -¡Aquellos maravillosos años 20!

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            Sylvia Beach y Ernest Hemingway con otras amigas -París 1920 Shakespeare and Company. El sueño de Sylvia Beach. Sylvia se quitó el uniforme. Había acabado la guerra un par de años antes y su labor en la Cruz Roja también había llegado  a su fin, ese día.  Ya no la necesitaban y era libre de emprender el camino de vuelta a casa. —¿Ahora qué? ¿Regreso a Estados Unidos, me caso y me dedico a criar hijos en Maryland?, —preguntó a su visitante,  saliendo de su cuarto con una combinación de seda blanca como única vestimenta— ¡James, dime algo! No quiero marcharme y dejar nuestra amistad. A parte de que me necesitas para terminar tu novela.

El castigo.

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Cementerio de Campo de Criptana - José Manuel Cañas Reíllo (2003)      Pedro, con muchas copas de más, y después de hablar con la médium que se le acercó en el Pub  de Santi’s,  tomó una decisión: haría lo que fuese necesario para arreglar la situación.  La mujer había contactado con Ruth y le traía un mensaje: su novia le pedía ayuda. Llevaba dos días bebiendo sin parar, no es que antes no lo hiciera, pero desde la muerte de Ruth, se sentía mal y era incapaz de retomar su vida. Aquella joven espiritista había comprendido  que fue un accidente y con su ayuda podría poner el punto final a la condena que se había impuesto.      Trastabillando salió del local. Era noche cerrada. La luna se escondía detrás de nubes negras  y, aunque las farolas estaban encendidas, una ligera neblina ocultaba su brillo. Después de conseguir en su casa lo que necesitaba, Pedro se dirigió a su destino.