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Mostrando entradas de septiembre, 2014

La mujer de la curva- Segunda parte.

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NOTA DE LA AUTORA : No tenía intención de escribir una segunda parte del  relato de la mujer de la curva, pero al parecer un lector se ha quedado con las ganas de un final más cerrado. Así que dicho y hecho...  Dedicada a un amigo:  Felipe Verges-Gatti, por su comentario de la primera parte... Fuego - pintura de artista argentino Sebastián Dufour. Nacimiento de una leyenda urbana. Corrió como una loca hacia el lugar de la explosión. Al salir de la curva  se encontró con el coche ardiendo y el muchacho aún retorciéndose entre los restos. Estaba vivo.  Intentó acercarse pero no pudo, el fuego se lo impedía.  El humo lo envolvía todo como una espesa niebla con olor a carne quemada y a ella le costaba respirar.  El joven  clavó sus ojos en la mujer por última vez. Algo en aquella mirada la aterrorizó.   Comenzó a llorar por la frustración y el dolor. Se dio cuenta de que su estúpida broma había provocado el accidente.

La mujer de la curva.

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La Ciega - obra de Cesar G. - Pola Estaba sentada en una roca al lado de la carretera mientras esperaba a que mi esposo apareciera.  Una hora antes, una grúa se había llevado el coche a un taller. Pinchamos una rueda y al ir a cambiarla descubrimos que la de repuesto también estaba sin aire. Cada vez que el coche  tenía algún problema o se quedaba sin gasolina, la culpa era mía. En el fondo es posible que fuera cierto, pero en aquel momento no quise reconocerlo. Si debía ocuparme del trabajo, las niñas,  la casa no podía hacerlo también del mantenimiento del vehículo. Una es humana y tiene limitaciones. ¡¿Qué se había pensado?!

Gabo

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Homenaje a Gabriel Gcia Marquez pintado por José Tobías Hinojosa Hace unos meses  me he quedado huérfana de escritor. Al igual que el coronel ya no tiene quien le escriba , yo ya no sé como se cuenta un cuento .   Nunca pude imaginar que tan insigne personaje, al que un día le atacó  la bendita manía de contar , pudiera marcharse sin más. Me quedé compuesta y sin escritor, esperando la crónica de una muerte anunciada que nunca se anunció,  y que a mí me cogió por sorpresa porque siempre pensé que Gabo sería inmortal. Me fui a pasear. En el silencio del parque solo se oía  mis pisadas sobre   la hojarasca. Aquel día reflexioné    sobre en qué mala hora la gente buena se va.  Ahora, como el náufrago que escribe su relato , sé que me esperan más de cien años de soledad , en los que le echaré de menos: a él y a sus crónicas y reportajes.  ¿Por qué no fuiste el negro que hizo esperar a los ángeles y nos dejaste solos? En estos momentos, en los que

La historia se repite

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Raíces - Una pintura de Frida Kahlo María José,  una veinteañera muy segura de sí misma, por primera vez en su vida se sintió sola. Siempre protegida por su familia, dudaba sobre el futuro que se abría ante ella. Un futuro que trastocaría su vida, posiblemente, para siempre. Intentó no pensar en ello  para disipar los miedos que la embargaban, pero después de un rato de intranquilidad, se decidió hablar con las dos únicas personas que podían ayudarla a superar las dudas. Sacó el teléfono del bolso y buscó en el menú un contacto en el que se leía ABUELA y pulsó la tecla de llamada. Recordó que era una mujer muy inteligente y que, a pesar de la distancia y de que jamás se habían conocido en persona, siempre había estado presente en su vida. Unas veces, las más, a través de llamadas de teléfono y, desde que tuvieron internet, por medio de la webcam.